viernes, 13 de marzo de 2015

El líquido mágico de los duendes del Moncayo

Mucho tendrían que aprender los humanos de las actitudes y del comportamiento de los duendes del Moncayo, seres juguetones y simpáticos que protegen el bosque de los abusos y lo cuidan para el disfrute de los demás.
Los duendes viven siempre el presente y disfrutan  cada instante de la vida pero para ello han tenido que diseñar algunas estratagemas.
De generación en generación se han trasmitido un montón de trucos para vivir mejor. Uno de ellos y además poco conocido es que viven el presente como si fuera el último día de su larga vida. Disfrutan de cada sorbo del viento que les nutre y les hace ser más felices.
Los duendes llevan colgado del cuello una botellita de cristal. El vidrio de ese cristal lo han obtenido fundiendo minerales de silicio próximos al pozo de San Miguel. Es un lugar muy escondido y que solamente los duendes del Moncayo conocen. En una de sus reuniones nocturnas al calor de la hoguera colocan el mineral en un recipiente para fundirlo. Mientras tanto realizan unos conjuros y sortilegios bebiendo licor de nueces de San Juan. Una vez fundido surge una botellita de cristal Dentro de esa botella introducen un líquido azulado. Es pastoso como el mercurio y frío como las largas noches de invierno. El secreto de ese producto azul casi nadie lo conoce pero se sospecha que procede de diferentes plantas y raíces unido a algún  mineral desconocido.La botella, una vez cerrada va colgada con una cuerdecita verde obtenida del trenzado de unas ramas de plantas del Moncayo y cerrada con un tapón de madera de corteza de árboles del bosque.
¿Y cual es el motivo de esa botellita alrededor del cuello del duende? 
La botella es la botella mágica que captura los instantes más felices de los duendes.
Cuando un duende vive un momento de una extrema felicidad ese momento queda grabado dentro de la botella y si en alguna ocasión el duende está menos feliz de lo normal mirando la luna a través de esa botella el duende recuerda esos momentos felices que nunca quiso olvidar. En ella recuerda a las personas que le han hecho vivir esos instantes en los que seguramente estaría bebiendo licor de nueces. Recuerda aromas y texturas, sonrisas y palabras. Y la mirada de esa botella hace detener el tiempo del duende y unas horas pueden parecer solamente unos segundos
Así que si en alguna ocasión veis a un duende con una botellita que contiene un líquido azulado y mira la luna a través de ella pensad que está en un momento intenso de eterna felicidad. Respetad su silencio y recordar que los mejores instantes vividos siempre se pueden volver a repetir...






martes, 10 de marzo de 2015

Búsqueda del espacio y el Moncayo


Este duende hace días que no cuenta nada. Podría ser que no tenía nada importante que contar o que no tuviera ánimo para ello.
Siente deseos de volver a pasar un rato por el Moncayo y perderse en el bosque dando uno de esos paseos que le gusta realizar. Mientras va paseando la vida circula en cada paso que da y vuelve a su hogar con la cabeza más fría y tranquila. Ya no le abruman los problemas del día a día o cuanto menos ha encontrado un camino para su resolución como son tantos los caminos que le gusta recorrer por el Moncayo.
Recientemente en una visita al cementerio pues los humanos no hacen como los duendes al morir se dio cuenta que necesitan un espacio donde introducir sus restos cuando mueren aunque ya no estén allí.
En los humanos todo en la vida se centra en la necesidad de un espacio para todo.
Nada más nacer les asignan una cuna en un hospital y sus madres se encuentran en otro espacio físico, en una cama de la habitación número tal del hospital cual.
Les recoge su padre en su coche que necesita un espacio para circular entre otros coches para llegar a un aparcamiento. Cuidado no le quiten ese espacio tan necesario para dejar el vehículo.
Suben a un piso que se encuentra en una calle con un número en su puerta.
Trabajan en un lugar ubicado en tal calle haciendo tal cosa. Después coge su coche azul para buscar su espacio para aparcarlo y regresar a su casa
Muchos espacios se justifican con títulos de propiedad. Les llaman escrituras aunque alguno no sepa apenas  leer ni  escribir.
Llegará un día en que abandonará este lugar para reposar  en el nicho número tal de ese cementerio donde los verdes árboles improvisan la sombra
Pensando un poco en ello y comparando con la forma de vivir de los duendes no llega a entenderlo.
Los duendes son universales y no requieren un espacio concreto. Pueden estar en un bosque u otro y en todos ellos son bien acogidos. Tampoco necesitan un lugar físico donde depositar sus restos cuando mueren. Se funden con la nieve. Son generosos pues dan amor a sus compañeros y lo mismo que dan lo reciben de ellos. Trabajan ayudándose entre ellos pues cada uno de tiene unas facultades diferentes a otros y entre todos forman un grupo con un enorme potencial. Es así como trabajan para mejorar los bosques en los que están.
En el Moncayo trabajan así ayudando a los forestales a mejorar el bosque y a cuidarlo.
Por la noche se dan y reciben abrazos y se despiden hasta el día siguiente para seguir su trabajo.
Es así el mundo de los duendes. Todo es de todos y nada es de uno. Muy diferentes a los humanos.

....Y por el paseo central del cementerio de Torrero de Zaragoza circulaba el cortejo fúnebre. En cabeza dentro de una caja estaba el difunto rodeado de coronas de flores. Tenía un espacio asignado en la calle G número 137.Le seguían sus familiares y amigos. Su nombre quedó plasmado en una losa y el recuerdo del difunto y sus libros llenos de versos quedaron para sus allegados....

A pesar de lo comentado conozco a muchas personas que prefieren ser incinerados y dispersar sus cenizas por la cumbre del Moncayo, una forma más próxima  a los duendes y así como ellos fundirse con cada copo de nieve.