lunes, 27 de enero de 2014

¿Qué tienen en común Marta Sánchez, Robert de Niro y el Moncayo?




No es un acertijo lo que hoy proponemos. Es un hecho que le ocurrió al duende del Moncayo.
El duende es un gran cinéfilo. Debido a ello ha seguido la carrera del gran actor Robert de Niro y siempre le ha gustado mucho la interpretación que ha realizado en todos sus papeles. Robert se ha involucrado enormemente en todas sus actuaciones y por ello ha engordado, ha adelgazado, ha aprendido a tocar el saxofón, a hablar siciliano, se ha estropeado los dientes y se los ha arreglado.Está claro que para él el cine es su vida.
Marta Sánchez (los que la conocemos la llamamos amistosamente Martita) es una cantante excepcional. Sus orígenes estuvieron arropados por su padre, cantante de ópera pero hay que reconocerle su gran carrera.
Con sus comienzos en Ole Ole sustituyendo a Vicky Larraz fue catapultada al éxito. Anteriormente estuvo en un grupo llamado Cristal Oskuro y poco a poco se ha ido adaptando y construyendo en una carrera meteórica. Además hay que reconocer que es muy bella y muy majetona. Simpática como la que más y nos ha hecho disfrutar siempre con sus canciones. Marta tiene una voz excepcional.
Hay un secreto que no todo el mundo conoce. Martita es muy supersticiosa y lleva siempre una prenda de color azul. El día que empezó a cantar llevaba una camiseta azul y desde entonces lleva siempre este color en una prenda. A veces esta prenda no es visible así que si no le veis nada azul a simple vista seguramente estará en su ropa interior o bien lleva un lazo azul escondido.
Robert en cambio, también supersticioso y luchador de la vida lleva  una prenda de color verde.
Dice que el refrán que " el azul y el verde muerde" por no ser compatibles en la gama de colores pero son dos colores muy bonitos.
Ocurrió un día que el duende del Moncayo iba caminando por la ruta del Hayedo cuando  vio a lo lejos a una chica rubia. Caminaba sola pero iba cantando. Los cantos que la acompañaban eran tan dulces que hasta los pajarillos cesaron de cantar para escuchar los nuevos trinos que acabaron de descubrir. Llevaba un gorro de lana azul y disfrutaba del paisaje. El duende se escondió pues no les gusta a los duendes que los vea la gente.
Por otro extremo vio el duende acercarse a un personaje que le recordó a Robert con su característica peca en la cara y su nariz prominente. Llevaba unos calcetines de color verde y balbuceaba unas palabras que parecían decir "abogado". Caminaba en dirección opuesta a la chica . En un rato iban a encontrase.
Pasó un instante y las canciones de Martita se escuchaban cada vez más cerca. Finalmente se encontraron debajo de unas hayas junto a una piedra vestida de verde musgo.
Comenzaron a hablar y su conversación se trasformó poco a poco en el principio de una amistad. Todo ello a pesar de lo que ya he contado de que "el azul y verde muerde". Así es como dos personajes muy diferentes y distantes se hicieron amigos en el entorno del Moncayo.
Y es que el Moncayo más que separar une a las personas.
Desde aquel instante la brújula de Marta y Robert tiene como referencia al Moncayo en lugar del norte.
Y el duende sigue disfrutando de las películas de Robert y la música de Marta y recuerda su presencia en su día a día y cuando se pasea por el Moncayo



jueves, 9 de enero de 2014

El Moncayo y las Pléyades


Hoy es jueves y el duende lleva días pensando en la nueva aventura que ha vivido recientemente.
Todo surgió en un viaje que realizó a los bosques del norte del país. Como a este duende no le gustan mucho las fiestas aprovechó un viaje a los bosques de Navarra, que son muy bonitos, y allí visitó a unos duendes amigos junto a su familia. Llevó varias botellas de vino de nueces que tanto gusta a los amigos de la comarca donde se cogen muchas olivicas y juntos compartieron conversaciones, risas,comida y bebida.
Hicieron una fogata y cuando se apagó estuvieron mirando las estrellas. Allí los duendes le explicaron a nuestro amigo las diferentes constelaciones que se pueden ver en el cielo. Vieron el carro también llamado Osa Mayor y como contando cinco veces dos estrellas del mismo (Merak y Dubhe ) se ve la estrella que indica el norte, la Estrella Polar,  importante para orientarse en la noche. Vieron Casiopea en forma de una uve doble. Pero lo que más le gustó fue reencontrarse con la constelación de las Pléyades. Es un pequeño grupo de siete estrellas muy juntas. También se les llama " los siete cabritillos". Aprendió como localizarlas en el cielo.
Recordó nuestro duende que en las noches de verano cuando iba con sus duendes amigos a ver estrellas fugaces y  hace  ya mucho tiempo podía ver las Pléyades a simple vista pero ya no las encontraba. Muchas noches las pasó mirando al cielo pero no las consiguió ver más..
Pero eso ya no es así. Ya sabe donde está la estrella que más brilla  y también este grupo hermoso de estrellas que pasa desapercibida al resto de los duendes. Es que son unas estrellas muy tímidas y no quieren destacar entre sus hermanas. El cielo está lleno de estrellas tan brillantes que la mirada se dirige siempre a ellas.
Pensó que algunas personas pueden ser como las Pléyades, pequeñas ante el brillo de sus compañeras pero en el fondo tiene una gran belleza en todos los sentidos. También pensó en que la mirada de la gente de la calle siempre se dirige hacia las estrellas más brillantes y no perciben otras estrellas con mucha más hermosura.
También reflexionó sobre las Pleyades. Son siete hermanas pero no se puede cerrar el círculo a solamente esas siete. Seguramente habrá alguna más en medio y siempre encontrará más estrellas brillando alrededor que deseará conocer. Solamente hay que alejar la vista del cielo e intentar verlo como un conjunto de brillos disfrutando de la belleza del tapiz que nos ofrece.
¿Qué ocurriría si alguna fuerza sobrenatural impidiera a una de estas siete estrellas contemplar el resto del firmamento? ¿Sería justo que no pudieran conocer tanta belleza pero sin dejar de pertenecer a ese círculo?
En el equilibrio de todas las estrellas que forman un puzzle infinito está la respuesta.

Nuestro duende bebió un vaso más de licor de nueces y mientras miraba al cielo una estrella fugaz atravesó el firmamento reluciente. Después de su paso contempló las Pléyades y ya no las perderá jamás. Mientras tanto el polvo azul de las hadas se desparramó a su alrededor y se durmió soñando con las Pléyades.


POEMA A LAS ESTRELLAS

Esos rasgos de luz, esas centellas
que cobran con amagos superiores
alimentos del sol en resplandores
aquello viven que se duele de ellas.
Flores nocturnas son: aunque tan bellas,
efímeras padecen sus ardores,
pues si un día es el siglo de las flores,
una noche es la edad de las estrellas.
De esa, pues, primavera fugitiva,
ya nuestro mal, ya nuestro bien se infiere;
registro es nuestro, o muera el sol o viva.
¿Qué duración habrá que el hombre espere,
o que mudanza habrá que no reciba
de astro que cada noche nace y muere?
Pedro Calderón de la Barca