jueves, 25 de octubre de 2012



Tiene el Moncayo un colorido espectacular dependiendo de la época del año.
Es en otoño cuando los colores ocres de las hojas caducas de sus especies arbóreas desnudan al macizo del verdor de verano que ya se ha ido.
El frescor del otoño invita a pasear por sus bosques sintiendo las gotas de agua de humedad en la cara cuando ésta se halla presente.
Es entonces cuando asoman las setas por su alfombra de hojas haciéndonos un regalo inesperado y sorprendente a los paseantes. Es preciso prestar gran atención a la recogida de las mismas y ceñirse al sentido común para su recolecta.
El primer principio es recoger las que vayamos a comernos sin esquilmar ni ser avariciosos del regalo de la naturaleza.
El segundo es coger las que conozcamos pues coger por coger para luego ver si son comestibles o no es una tontería. Es mejor ir conociendo poco a poco unas especies para familiarizarnos con ellas hasta distinguirlas perfectamente. No conozco mucha gente que distinga todas las setas.
El tercero es usar una cesta para depositar las setas recogidas que habrán sido cortadas con una navaja. De esta manera dejamos que sigan naciendo nuevas setas además de que al llevarlas en una cesta siguen esparciendo sus esporas por el manto vegetal posibilitando que salgan más setas.
El definitivo es acudir a las jornadas micológicas de San Martín donde hay un centro de interpretación que realiza un gran trabajo en la micología.
Disfrutad del Moncayo

http://www.micomoncayo.com/